Las pirámides muestran un avanzado grado de deterioro, pero es impresionante el trabajo que realiza el equipo de Ruth Shady, clasificando cada bloque y volviéndolo a armar como si de un enorme rompecabezas se tratara, por ahí alguien rajaba que podía hacer lo mismo en su casa y cobrar por la entrada, el guía mencionó que no es una cosa tan simple y que implica seguir normas y procedimientos standard dictados por organismos tales como la UNESCO, y creo que también requiere poseer tanta paciencia como la que estaba demostrando el guía para responder al inoportuno comentario, está bien, chacota, pero a cualquiera le jodería el orgullo.
Terminado el recorrido, la gente pareció más sorprendida con el valle que da a la ciudadela que con las mismas ruinas.
Ya que nos sobraba tiempo decidimos detenernos un rato en el distrito de Vegueta (sí, más de uno recordó sus épocas universitarias viendo Gokú), y tomarse un chapuzón, más fotos, más chongo y seguimos la ruta a Huacho para disfrutar de una buena comida, ¡¡¡¡¡¡nadie había almorzado!!!!!, así que cualquier cosa era delicia, con el estómago lleno y felices por el viaje, (creo), regresamos a casa....

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