Para quien ha participado en varias implementaciones tecnológicas, se hace normal lidiar con una maraña de actividades, responsables, planes y también actitudes personales. La rigurosidad se relaja en el transcurso de las etapas al punto de poner en riesgo un esfuerzo de meses y la motivación de todo un equipo de trabajo.
¿Crees tener todo bajo control? Pues repasa una y otra vez tus checklist, a veces las preguntas más tontas pueden descubrir el camino del desastre inminente. La excesiva confianza de algún integrante del equipo o la soberbia del mismo líder debe encender las alertas de que algo huele mal. Por último, recuerda que una implementación debe ser perfecta, cualquier otro resultado dejará cuestionamientos a tu reputación.
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