en juguetes viajeros
Llegamos con media hora de anticipación al punto de encuentro, una retahila de colectivos a media cuadra del óvalo de Santa Anita nos recibieron entre bostezos por la poca demanda que caracteriza un domingo por la tarde y en víspera de feriado, la apatía bajo el aún fuerte sol se contagiaba a los jaladores, que mataban el rato broméandose o jodiendo a la parejita de chibolos calentones esperando su micro hasta que llegaba el pasajero que completa la station wagon, "1 a Chosica 1 a Chosica!!!!!".
A las 5pm en punto hizo su aparición Don Raúl, un jovencito de 74 primaveras que contaba con orgullo su Trekking de Semana Santa en Huaraz, mi hermano y yo lo escuchábamos algo sorprendidos, su talla y contextura distan mucho del estereotipo de aventurero pero el brillo que destila por sus ojos dice mucho de su fortaleza y sus ganas por descubrir nuevas rutas, miré mi reloj, la hora de encuentro había pasado y el guía no llegaba.
Bruno apareció a las 5:30pm aprox, con las disculpas del caso enrumbamos a Chosica para una cena previa y de allí (a media hora) a la localidad de San Bartolomé, donde pernoctamos en un albergue local luego de hacer unas pequeñas compras y reirnos con las ocurrencias de ambos guías.
El plan era simple, salir a las 6am para trepar por la ladera del cerro y alcanzar antes de las 10 el bosque en sí, con cierta incomodidad por la noche en cama ajena enrumbamos hacia las afueras del pueblo, pero notamos algo raro en Don Raul justo al subir la ladera, al parecer le "chocó" una pastilla tomada a destiempo, dado su estado y para evitarle algún problema mayor, tuvimos que regresar al pueblo y conseguir la ayuda de una enfermera quien muy gentilmente observó al señor, recomendándonos regresarlo a Lima para un chequeo, poco a poco Don Raul se estaba recuperando, pero aún así decidimos abortar la operación.
Al dejar el albergue, el brillo de los ojos de Don Raúl (quien ya caminaba con su mochila en la espalda) volvía a aparecer junto al fuerte sol que nos bañaba en la mañana, echó una mirada a su reloj e hizo un cálculo esperanzador:
- "Uf, son las siete y media, todavía es temprano, más o menos a la una llegaremos".
y con ánimo de sorna le interrumpí.
- "A la una llegaremos... pero a Lima"
Manolo me miró riéndose como diciendo "ya la cagaste!" y si bien Don Raul pudo sentirse más culpable luego de lo que solté (por la forma que me miró, creo que sí), no pueden haber rencores, el bosque seguirá allí arriba esperándonos y seguro seguirá esperando a Don Raúl de aqui a dos semanas para que lo conquiste por tercera vez y llene una página más de su diario. ¿Verdad Bruno?.
2 comentarios:
Andas perdido Pet. Y por lo visto como siempre, jajaja.
Siempre es recomendable llevar un botiquin de primeros auxilios e información adecuada del lugar a donde uno se dirige, saludos.
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