lunes, noviembre 13, 2006

Motivaciones de voto

en juguetes políticos

Para el limeño promedio, escaso de tiempo, y de ganas sobretodo, acudir a las urnas no es más que el punto final del "ponle la cola al burro" electoral, donde la gran pañoleta negra que cubre los ojos, llamémosle publicidad, abarrota calles y avenidas hasta que los dejan descansar llegando a ese pequeño cubículo que alzará, "legítima y democráticamente", a la flamante o reelegida autoridad con mayoría de votos.

Si para el adulto la política es tema casi intrascendental, al joven no le interesa en absoluto, siendo sincero, leer cientos y cientos de líneas convertidas en planes semestrales de lucha contra la delincuencia, constando que algún circense sheriff ordenará la ciudad, resultan tediosas comparados con toda la oferta de distracción disponible en la actualidad, por lo tanto el consejo del amigo guevarista, el político de la casa, del abuelito apristón o simplemente de las encuestas, pesan muy en contra de los enormes carteles y mamarrachos políticos que aparecen en estas épocas, mamarrachos a los que tampoco les interesa convencerte, pero sí estar allí porsiaca, quizá a sabiendas que su descalabro, (si te hizo reir un poco o quizá añorar algo), te hará votar con el corazoncito en la mano y a fe ciega de que es el mejor alcalde/presidente/gobernante que has elegido.

Todavía recuerdo el momento cumbre del debate entre Andrade y Castañeda, el gordito en un acto de desesperación se quita el zapato y se lo enseña a la moderadora, un recurso más propio de un criollo picón que de un político ducho, estoy seguro que cuidar la paloma edil que se le escapaba le hizo olvidar que en estas lides el que se pica pierde, pues el respetable entró en júbilo y Castañeda fue muy agradecido luego de aquellas ya lejanas elecciones. No olvidemos la tardanza antojadiza de Humala y los ya famosos sanguchitos del Queirolo, únicos ganadores de la lid con Alan hace poquito, ni tampoco el plantón de Fujimori a Vargas Llosa por culpa del bacalao, en todas las elecciones los planes de gobierno o el planteamiento de estrategias se convierten en mero protocolo de un cargamontón de emociones y esto es el factor que inclinará la balanza a favor de uno u otro candidato, no por nada dicen por ahí, "no hay conexión sin emoción".

¿Qué podría ayudar a cambiar esta situación?, a mi parecer nada más simple que incidir en la difusión de la cultura, el gusto por la lectura, la necesaria práctica del análisis y comprensión de lo que se ve, se oye y lee, pero siendo esta una actividad a largo plazo tendremos que gozar por largo tiempo, como el peruano oprimido, de esa ominosa cadena de afiches estúpidos capaces de convencer a quienes pueden hacerlo, peor aún a sabiendas del enorme porcentaje de niños, futuros adultos, que hoy no entienden lo que leen, condenados a la cruel servidumbre del caudillo de moda con masas mucho más manejables dispuestas a votar moviendo la cerviz al ritmo del chino en versión reggaetón, ya estamos advertidos.

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